Los Domingos en la Finca
Memorias
15 de Enero, 2024
5 min de lectura

Los Domingos en la Finca

Recuerdos de aquellos domingos donde el tiempo se detenía entre el aroma del café recién molido y las historias del abuelo Pascual.

P

El Nieto de Pascual

Contador de historias y guardián de memorias familiares

Los Domingos en la Finca

Los domingos en la finca del abuelo Pascual tenían un ritmo diferente al resto de la semana. El tiempo parecía moverse más lento, como si la tierra misma hubiera decidido tomarse un respiro.

Recuerdo despertar con el canto de los gallos y el aroma del café recién molido que se filtraba desde la cocina. La abuela María ya estaba en pie, preparando el desayuno con esa dedicación silenciosa que caracterizaba todo lo que hacía.

El abuelo me esperaba en el corredor, sentado en su silla de mimbre favorita, con una taza humeante entre las manos y esa mirada perdida en el horizonte que yo entonces no entendía, pero que ahora reconozco como la contemplación de una vida bien vivida.

"Ven acá, muchacho", me decía con esa voz ronca pero cálida. "Hoy te voy a contar sobre el día que llegué a esta tierra por primera vez."

Y así comenzaban las historias. Relatos que se entretejían con el humo del café, con el sonido de las hojas mecidas por el viento, con el mugido lejano del ganado. Historias de cuando la región era puro monte, de las primeras siembras, de las sequías que parecían eternas y las lluvias que llegaban como bendición.

Cada domingo era una lección de vida disfrazada de anécdota. El abuelo tenía esa sabiduría particular de quienes han trabajado la tierra con sus propias manos, de quienes entienden que la paciencia no es solo una virtud, sino una necesidad.

Ahora, años después, cuando el mundo parece girar demasiado rápido y el ruido de la ciudad ahoga los pensamientos, cierro los ojos y vuelvo a esos domingos. Puedo oler el café, sentir la brisa fresca de la mañana, y escuchar la voz del abuelo susurrando verdades eternas.

Porque algunas lecciones no se aprenden en libros ni en aulas. Se aprenden en corredores de casas viejas, con una taza de café en las manos y el corazón abierto a la sabiduría de quienes nos precedieron.

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Comentarios (2)

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CL

Carmen López

16 de Enero, 2024

Qué hermoso relato. Me recordó a mi propio abuelo y esos momentos únicos que compartíamos en el campo. Gracias por mantener vivas estas memorias.

MR

Miguel Rodríguez

16 de Enero, 2024

Cada palabra me transportó a mi infancia. Es increíble cómo las historias de nuestros abuelos siguen resonando en nuestros corazones.